¿Cuantas veces nos
enfrentamos a la situación en la cual nuestros jugadores nos refieren que
sufren de dolor al indicarles un ejercicio?
¿Es esta razón suficiente para detener la práctica e impedir su
entrenamiento?
Lo primero a saber
como entrenadores preparadores físicos
es que el dolor es un síntoma que debe ser tratado y que para esto necesitamos
referir oportunamente a un profesional medico para una mayor evaluación de las
causas.
Tenemos que entender
que la presencia de dolor no es propia del deporte. No es nuestro deporte el
causante del dolor y no es normal sufrir de dolor como consecuencia de jugar al
rugby. Podemos ser mejores que esto. Podemos elegir hacernos cargo de la parte
que nos corresponde.
Entender que el dolor
altera el movimiento generando compensaciones que en menor o mayor plazo
derivan en mayor compromiso estructural y funcional en nuestros jugadores es
condición. No pain-No gain (Algo así como sin dolor no hay triunfo) debería ser
reescrita a No sacrifice- No gain (Sin sacrificio no hay triunfo). Cuando el día
posterior a una practica exigente o a un partido sentimos cansancio y
entumecimiento en los distintos músculos del cuerpo estamos hablando de
sacrificio, pero si el dolor es a nivel articular, especifico o es persistente
en el tiempo entonces requiere de otro tipo de atención del que nosotros como
entrenadores podemos brindar.
Cual es el valor del
entrenador en esta situación. Primero reduciendo la posibilidad de favorecer la
aparición de patologías asociados a la practica (y no tanto a la competencia)
deportiva. Nuestro objetivo en esta instancia será 0% de lesiones durante el entrenamiento. Para esto una adecuada y
pensada planificación tanto el lo macro como en lo micro, con un manejo de
progresiones y regresiones en las demandas físico- técnicas y la valoración de
las pausas y recuperaciones activas y pasivas es un requisito fundamental.
Por otro lado poder
identificar tempranamente déficits o limitaciones en niveles básicos de
movimiento con Herramientas como el monitoreo de movimiento funcional u otras evaluaciones que considere necesarias
nos permiten filtrar jugadores que presentan dolor al movimiento para
referirlos oportunamente o enfrentar disfunciones no dolorosas que puedan
favorecer la aparición de dolor a futuro. En esta instancia nuestros esfuerzos
están dirigidos hacia la reducción de
lesiones durante la competencia.
Por ultimo, en
nuestros jugadores que están cursando un proceso doloroso, el poder entrenar
alrededor del dolor con variantes ya sea en regresión de ejercicios o variación
de los mismos es tomar en cuenta el valor verdadero de este síntoma como
mensajero que clama por atención. Debemos ser lo suficientemente dinámicos y
tender a la individualización de los entrenamientos en la medida de lo posible
para poder seguir entrenando a nuestros jugadores que están cursando con un
proceso doloroso y a pesar de esto siguen en competencia mientras nuestro
equipo medico trata el origen del dolor. El trabajo en equipo en este punto es
fundamental. Nuestro objetivo en esta instancia es poder mantener o seguir optimizando los niveles de rendimiento sin provocar
dolor o mayor lesión.
Rehabilitar,
reeducar, entrenar son todas partes de un mismo proceso cuyo centro es el
jugador. Podemos ser mejores en este sentido, Podemos estrechar las brechas
existentes.
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